El 2021 fue, sin duda, el año que marcó la vida reciente del exdirector de Petróleos Mexicanos (Pemex), Emilio Lozoya, acusado de recibir sobornos millonarios por parte de la constructora brasileña Odebrecht, además de comprar a sobreprecio la planta chatarra de Agronitrogenados.
Y es que, quien fuera uno de los funcionarios más cercanos al expresidente Enrique Peña Nieto, pasó de testigo colaborador de la Fiscalía General de la República (FGR), a ser un preso más del Reclusorio Norte de la Ciudad de México.
Mediante argucias legales, Lozoya Austin había logrado dilatar por más de un año la entrega de pruebas que incriminaran a funcionarios de alto nivel en la trama de corrupción del sexenio más podrido en la historia moderna del país: el de Peña Nieto.
Sin embargo, el 3 de noviembre de 2021 todo cambió. Ese día, Emilio Lozoya acudió a una audiencia en el Reclusorio Norte y ya no abandonó el lugar.
Pero ¿cómo fue que Emilio Lozoya dejó de tener la protección de la FGR?
De España a México
Tras la llegada de Andrés Manuel López Obrador a la presidencia de la República en 2018, algunos personajes del viejo régimen que parecían intocables, comenzaron a caer como fichas de dominó, aunque de manera selectiva.
Ese fue el caso de Emilio Lozoya, quien durante su administración al frente de Pemex, fue acusado de recibir sobornos millonarios por parte de la empresa brasileña Odebrecht, y de haber comprado a un sobreprecio la empresa chatarra de Agronitrogenados que causó un importante quebranto en las finanzas de la petrolera mexicana.
Ante el escándalo, Lozoya Austin -cercanísimo al expresidente Enrique Peña Nieto y a quien fuera secretario de Hacienda en ese mismo sexenio, Luis Videgaray-, renunció a su cargo al frente de Pemex y después huyó del país.
Fue detenido el 12 de febrero de 2020 en un exclusivo fraccionamiento de Mallorca, España, debido a que el gobierno mexicano lo acusó de los delitos de lavado de dinero, asociación delictuosa y cohecho.
Luego de que el padre de Emilio Lozoya negoció con la Fiscalía General de la República para que su hijo aceptara la extradición a México a cambio de ofrecer nombres de personajes de alto nivel del gobierno anterior envueltos en casos de corrupción; Lozoya Austin llegó al país el 17 de julio de 2020, a bordo de un avión enviado por el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador.
Su llegada ocurrió en medio de un show en el que la Fiscalía usó a un doble del ex director de Pemex para simular que iría al Reclusorio Norte, cuando en realidad fue llevado al Hospital Ángeles del Pedregal por una supuesta “anemia severa”.
Según versiones periodísticas, desde un principio, Lozoya ofreció al fiscal Alejandro Gertz Manero las cabezas de Peña Nieto y Luis Videgaray a quienes acusó de ser los arquitectos “de un mecanismo de corrupción desde el poder mismo”.
En total, Lozoya Austin acusó a 16 políticos de actos de corrupción. Además de Enrique Peña y Luis Videgaray, el exdirector de Pemex señaló a los expresidentes Felipe Calderón y Carlos Salinas de Gortari, al igual que los excandidatos presidenciales del PRI, José Antonio Meade, y del PAN, Ricardo Anaya; a los entonces senadores, Francisco García Cabeza de Vaca, hoy gobernador de Tamaulipas; Francisco Domínguez Servién, exgobernador de Querétaro ; David Penchyna, quien fuera presidente de la Comisión de Energía; así como a Salvador Vega Casillas, Jorge Luis Lavalle Maury y Ernesto Cordero Arroyo, todos cercanos al presidente Felipe Calderón.
También acusó al exdirector y exconsejero de Pemex, José Antonio González Anaya; a Carlos Treviño Medina, exfuncionario de la Secretaría de Hacienda y posteriormente director de Pemex; Rafael Caraveo Opengo, exfuncionario del Senado de la República quien fue captado en video recibiendo bolsas de dinero, así como a Osiris Hernández, secretario particular de Ricardo Anaya, como parte de los sobornos millonarios a cambio de aprobar la Reforma Energética.
Incluso, acusó a la periodista Lourdes Mendoza de haber recibido como obsequio una bolsa de lujo a cambio de presuntos favores. La columnista negó la acusación y demostró que la tienda Chanel de Polanco ya no existía entre 2013 y 2014, fecha en que Lozoya aseguró que acudió personalmente a comprar la bolsa de lujo; por lo que presentó una denuncia por daño moral.
Sin embargo, Jorge Luis Lavalle Maury es el único de los muchos políticos de oposición señalados que se encuentra tras las rejas (en el Reclusorio Norte), acusado de los delitos de lavado de dinero, cohecho y asociación delictuosa. Todos los demás se encuentran libres.
Pero por más de año y medio y mediante tretas legales, Lozoya Austin prorrogó la entrega de pruebas de la presunta corrupción en la que supuestamente habrían estado involucrados todos estos personajes.
Inclusive logró que un juez determinara que podía permanecer bajo arraigo domiciliario luego de retirarle el pasaporte para evitar que nuevamente huyera del país y de colocarle un brazalete electrónico para ser rastreado.
La foto que cambió el destino de Emilio Lozoya
Pero la vida del exdirector de Pemex dio un giro inesperado el 9 de octubre de 2021. Esa tarde, Emilio Lozoya Austin departía con un grupo de amigos en el restaurante Hunan, uno de los más lujosos de la Ciudad de México, cuando la periodista Lourdes Mendoza lo encontró sentado a la mesa con otras cuatro personas, disfrutando de un pato laqueado, el platillo más caro del lugar.
De acuerdo con el relato de la periodista -acusada por Lozoya de recibir un bolso de lujo como “chayote”- ella se encontraba en una comida, cuando recibió la imagen de Lozoya a través de un mensaje de WhatsApp.
Según su testimonio, Mendoza salió del lugar donde se encontraba y se dirigió al restaurante. Encaró al ex director de Pemex y reafirmó lo que meses antes había señalado: que la Fiscalía General de la República se había limitado a retirarle el pasaporte y colocarle un brazalete.
“Aún con brazalete el criminal confeso @EmilioLozoyaAus se da la gran vida, Hunan de las lomas, obvio, gracias a la protección de @FGRMexico. Además, le miente al juez de lo civil diciendo que está arraigado!!!!”, escribió en su cuenta de Twitter.
La imagen se viralizó rápidamente, a lo que funcionarios de la 4T como Jenaro Villamil, director del sistema público de radiodifusión del Estado Mexicano, intentaron desacreditarla asegurando que la fotografía no era reciente.
Sin embargo, la periodista aclaró que las fotografías publicadas fueron tomadas por ella misma en el restaurante, por lo que subió la imagen de su teléfono con la función Live y con la ubicación del lugar en que fueron tomadas. Además, recordó que el 10 de septiembre, Lozoya debió comparecer por la demanda por daño moral que le interpuso y no lo hizo argumentando “arraigo domiciliario”.
Ante la indignación pública, el propio presidente Andrés Manuel López Obrador aseguró que el hecho de la imagen de Lozoya comiendo en el Hunan era legal, pero inmoral, por lo que calificó el acto como una imprudencia y una provocación.
Recordó que Lozoya Austin es testigo protegido y recibía trato especial porque decidió dar a conocer la corrupción que se produjo en los sexenios de Enrique Peña Nieto y Felipe Calderón, por lo que confió en que la Fiscalía General de la República daría a conocer un informe del estatus del exfuncionario federal.
Del lujo a la prisión
Tras semanas de una intensa polémica, la suerte de Emilio Lozoya cambió radicalmente el 3 de noviembre de 2021. Esa mañana, llegó a una audiencia presencial en el Reclusorio Norte, en donde la FGR dio un giro radical y solicitó la prisión preventiva justificada.
El juez José Artemio Zúñiga aceptó la petición de los fiscales del caso, quienes afirmaron que el acusado estaba buscando “obstaculizar y dilatar el proceso” además de que existía un alto riesgo de fuga, argumentando que Emilio Lozoya tenía acceso a por lo menos US$2 millones y que, hasta el momento, no había mostrado interés en reparar el daño ocasionado a Pemex.
Aunque las fotos de Lourdes Mendoza no fueron consideradas formalmente por el juez como causal para la determinar la prisión preventiva, el hecho sí fue desahogado por la parte acusadora para solicitar un cambio en la medida cautelar.
Cuando todos pensaban que Emilio Lozoya volvería a obtener nuevos beneficios legales ya que minutos antes se le había concedido una prórroga de 30 días para recabar pruebas, el juez concedió la petición de la prisión preventiva solicitada por la FGR, el abogado de Pemex y los representantes de la Unidad de Inteligencia Financiera; ante el riesgo de fuga.
El dictamen causó sorpresa entre los asistentes a la audiencia, empezando por el propio Emilio Lozoya, quien podría enfrentar una pena de hasta 35 años de prisión.
Aunque alegó ser inocente de los delitos que se le imputan (delitos de lavado de dinero, asociación delictuosa y cohecho) y que busca llegar a un acuerdo para cubrir la reparación del daño, el exdirector de Pemex fue llevado a una celda del Reclusorio Norte en donde permanece.
De acuerdo con el politólogo de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Mario Alberto Huaracha, el encarcelamiento de Emilio Lozoya en el Reclusorio Norte, además de ser una respuesta a la presión de la opinión pública tras la publicación de sus fotografías, es una forma de forzar a la defensa legal del exfuncionario para presentar verdaderas pruebas que lleven a la captura de “peces gordos” como Luis Videgaray o Enrique Peña Nieto.
En entrevista con Infobae México, el académico destacó que el cambio de la medida cautelar a Emilio Lozoya por parte de la FGR ocurrió bajo el argumento de “riesgo de fuga”, pero es la forma de garantizar el cuidado de recursos para la reparación del daño. Y aunque la defensa de Lozoya Austin ofreció las escrituras de dos propiedades como garantía del pago del daño, no fueron aceptadas.
El Doctor en Ciencia Política consideró que si la defensa de Emilio Lozoya no presenta estas pruebas contundentes en contra de políticos de peso, se verá forzado a “inventar algo”.
“Si la defensa no las presenta (las pruebas), veremos al gobierno inventando algo para hacer ver que el desempeño del fiscal Alejandro Gertz Manero no fue en vano y el respaldo del presidente a éste, tampoco”, concluyó.
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