Solo las variantes «Black Badge» aportan un toque más deportivo a los modelos de Rolls-Royce, echándose en falta algo más. Pero la firma británica es fiel a su filosofía, que entiende que el lujo sí está reñido con la deportividad. Una cosa o la otra pero no ambas. Los de Mansory se han encargado de aportar la agresividad faltante en su última creación.
Como es habitual en este especialista en tuning, la fibra de carbono se convierte en el material reinante en este Rolls-Royce Ghost. El capó del motor está fabricado con el material ligero, al igual que los faldones laterales, el spoiler delantero y el trasero colocado en el borde de la tapa del maletero y también el difusor aerodinámico. La suspensión se ha rebajado y ahora está más cerca del asfalto, a pesar de que calza unas imponentes llantas de aleación de 22 pulgadas. Incluso, la gran parrilla vertical cromada se ha provisto de unos filamentos de luces LED que aportan un toque más especial y llamativo al frontal.
Mansory pone la deportividad faltante en el Rolls-Royce Ghost
Por supuesto, con un color a elegir por el cliente y que se activa cuando éste lo desea a través de un botón, un sistema independiente del alumbrado del modelo. La decoración exterior se completa con una nueva línea que recorre todo el lateral, desde el faro delantero a los pilotos traseros pintada en color dorado. El mismo acabado que presenta la mitad de la parrilla. Los bordes cromados de los cristales, cromados en el modelo de serie, ahora se han bañado en negro.
Por dentro, Mansory también ha dejado su impronta, aunque en una medida mucho menor. De hecho, la única novedad es el volante deportivo, forrado en cuero de color naranja y con los radios pintados en negro. El preparador también ofrece unos bolsos a medida de la banqueta de los asientos individuales que, en realidad, se trata de una nevera capaz de rebajar la temperatura hasta 25º comparada con la exterior.
El Mansory Rolls-Royce Ghost también ofrece unas prestaciones más elevadas. El potente motor de gasolina V12 biturbo de 6.75 litros que rinde una potencia máxima de 571 CV y 850 Nm de par motor, dispone de una unidad de control reprogramada, además de un nuevo sistema de escape deportivo y turbos con mayor presión de sobrealimentación. Soluciones que han elevado las prestaciones hasta 720 CV y 1.020 Nm. El resultado se traduce en una aceleración de cero a 100 km/h más fulgurante: los 4,8 segundos del modelo de serie se reducen a 4,4 segundos.