Diseñadores y estilistas digitales: ¿es la moda virtual más pertinente que nunca?

ESPÍALos servicios a distancia de ‘personal shoppers’, estilistas y diseñadores que siempre se han ofrecido se convierten ahora en una herramienta de supervivencia para estos oficios presenciales

Por María JoséPérez Méndez

Hablar de estilistas digitales o personal shoppers online no es, en realidad, ninguna novedad: muchos de estos freelance llevan años ofertando sus servicios a distancia para aumentar su posible cuota de mercado, aun cuando lo presencial de su oficio parezca un hándicap a resolver. Emails, videollamadas y aplicaciones mediante, la posibilidad de contratar un estilista o asesor de imagen que ayude a optimizar el armario, los looks y, en ocasiones, la confianza en uno mismo (no es ningún secreto lo que puede llegar a obrar la imagen y la autopercepción en el autoestima) se amplió y abrió, también debido a una bajada de precios con respecto a las tarifas tradicionales. Así lo confirma Stephanie Sprangers, fundadora de Glamhive, una plataforma de estilismo personal totalmente en línea: “Mi pensamiento original era simplemente que quería democratizar el estilismo personal haciéndolo más asequible y accesible para todo el mundo, no solo para los ricos y famosos”. Pero ¿y si dada la situación actual también tuviesen que sumarse diseñadores? ¿Ha provocado este momento la digitalización absoluta de la moda?

Glamhive se fundó en 2015 en Seattle, Washington, con la idea de acercar esa labor de estilismo propia de celebridades a un público general. “Tener un buen estilo no es algo con lo que la gente tenga que nacer, y trabajar con un estilista personal no es algo que deba estar reservado solo para los famosos, como tampoco para únicamente la alfombra roja o las ocasiones especiales”, sostiene su CEO. “Cuanto mejor te sientes en tu piel y en tu estilo, más confianza muestras, y más inspiras a otros, y más positividad manifiestas”, continúa Sprangers. Beneficios a nivel mental y social que la plataforma consigue gracias a una plantilla de estilistas de celebridades reconocidas: en ella están Tara Swennen (la estilista de Kristen Stewart), Jennifer Rade (quien viste a Angelina Jolie), Nicole Chavez (Kristen Bell) o Mimi Cuttrell (la encargada de los looks de Bella y Gigi Hadid). Todas ellas están disponibles para consultorías y, además, ofrecen conferencias gratuitas a través de redes sociales, estrategia conocida para crear comunidad, pero también para obtener un anticipo de lo que puede conseguirse con la contratación de estos estilistas digitales. “Lo que no podía imaginar (obviamente) es cómo la vida iba a cambiar tan dramáticamente y que la habilidad de la gente para conectar unos con otros virtualmente pudiera alcanzar el nivel de importancia que todos estamos viendo ahora”, confiesa Sprangers.

Ese cambio radical tan difícil, cuando no imposible, de prever, también ha provocado que numerosos diseñadores tengan que cambiar sus rutinas de trabajo de manera radical. Las producciones de determinadas marcas se ponen en jaque (al menos, a tenor de las declaraciones que se van realizando en redes sociales), mientras que otros tratan de no parar su actividad a medida. Es el caso de Fernando Claro, la firma de origen sevillano que hace pocos meses desfiló por primera vez en Mercedes-Benz Fashion Week Madrid. La premisa es clara: “Apostamos por ofrecer a las clientas potenciales los servicios habituales, a pesar de tener cerrados los ateliers al público por las circunstancias pertinentes, pero con un sistema de cita virtual, que podría cerrarse llamando o desde el mail”.

Diseñadores y estilistas digitales: ¿es la moda virtual más pertinente que nunca?

El protocolo es el el mismo que el de la cita presencial, siendo la única diferencia la realización a través de una pantalla “y dos cámaras desde diferentes ángulos: una es face to face entre clienta y diseñador y otra que reproduce en streaming una visión panorámica del atelier, que la propia clienta puede compartir con su persona de confianza”, explican desde la firma. El objetivo es claro: trasladar de la manera más fidedigna posible la experiencia de una cita presencial al mundo virtual. De ahí que la experiencia, que suele extenderse entre veinticinco y cuarenta minutos, comience con un pequeño tour, seguido de una entrevista para conocer a la visitante y un añadido que no suele suceder en vivo, que es el dibujo en directo del boceto del diseño, algo que suele quedar para la intimidad del equipo de moda y que la clienta no experimenta. El concepto que parece estar funcionando, ya que en poco más de una semana de funcionamiento han realizado y concertado un total de dieciséis encargos. “Las bodas y eventos con tres y más meses vista no se cancelan, por lo que, desde el atelier y con varias cámaras instaladas, se están pudiendo cubrir las necesidades de los clientes”, explican desde Fernando Claro. Continuidad de un trabajo que también destaca Sprangers en Glamhive: “Para los estilistas, la plataforma les está dando una forma de seguir trabajando, e incluso de cambiar sus carreras durante este tiempo, aunque sea temporalmente”.

Si el futuro de la industria de la moda ya era una conversación recurrente en los últimos tiempos, con la sostenibilidad y la digitalización como temas centrales, la emergencia sanitaria y sus consecuencias socioeconómicas plantean un escenario radicalmente distinto en el que los servicios online continúan replanteándose y si no perfeccionándose, sí convirtiéndose en algo mucho más inmersivo. Así lo recoge la editora de GQ.com, Rachel Tashjian, en el repaso que realiza sobre cómo serán las compras por Internet, donde el caso de Obsess resulta significativo: se trata de una empresa dedicada a crear espacios de realidad virtual para los e-commerce. La página de inicio redirecciona a otras en las que pueden verse recreaciones en 3-D de tiendas diseñadas para vender tendencias concretas, como los abrigos de temporada o una selección de prendas en tono coral, donde están las piezas seleccionadas en un formato distinto a la silueta tradicional. La experiencia del tacto en directo no puede sustituirse, pero Neha Singh, la fundadora, cuenta a Tashjian que “lo que va a reemplazar es la experiencia de aprendizaje de la marca y el descubrimiento del producto”, ya que, como señala, el método de presentación y compra online ha permanecido invariable (aunque con algún lavado de cara en cuanto a estilismos y fotografías) desde sus inicios.

Esta presentación digitalizada de las prendas de moda lleva tiempo gestándose, tanto por la creación de modelos virtuales como Lil Miquela como por colaboraciones como la de Nicolas Ghesquière y Louis Vuitton con League of Legends: el director creativo de la casa francesa realizó una colección cápsula para el personaje Qiyana, la Emperatriz de los Elementos, coincidiendo con el Campeonato Mundial de 2019 del videojuego. Y otra de sus grandes plasmaciones es en el juego de creciente popularidad Drest, que permite la creación de un avatar realista que puede vestirse con las últimas colecciones presentadas por las marcas de lujo, además de comprar las versiones físicas de esas piezas. La aplicación, lanzada en septiembre de 2019, presenta retos en forma de briefing, en el que se incluye un presupuesto y unas características concretas: realizar una sesión de fotos, acudir a un evento de alfombra roja… La cuestión está en que, como señalaron desde la edición internacional de Vogue Business, antes de su inauguración, ya se había reclutado una lista de cien marcas, entre las que estaban (y están) Gucci, Prada, Stella McCartney, Valentino y Burberry.

Uno de los objetivos de esas marcas al estar presentes es, tal y como señalan desde la publicación, llegar a clientes potenciales, pero también establecer conexiones más emocionales, dejando el beneficio económico en un momentáneo segundo plano: “De momento, las marcas están más interesadas en desarrollar experiencias de videojuegos que puedan terminar en ventas de productos físicos más que en crear colecciones de ropa virtuales”. Así, el fortalecimiento de los vínculos de los usuarios (más jóvenes) con las marcas se presenta como primordial, aunque la jefa de marketing de Drest, Lisa Bridgett, asegura que “las firmas están emocionadas por los datos que esto puede aportar en distintos mercados, lo que puede terminar siendo usado para optimizar el suministro y la demanda, o incluso prototipos de nuevos diseños”. Lo que podría entenderse como un paso más en estrategias como las del crowdfunding (el sistema de presentación de un proyecto que solo se lleva a cabo si los usuarios lo financian, demostrando así su interés en él) o las de co-creación llevadas a cabo por marcas como laagam o Amazon.

Aunque todavía habrá que esperar para ver si hay un (pen)último viraje y las firmas terminan desarrollando esas colecciones exclusivamente virtuales para que los usuarios puedan presentarlas en avatares y en redes sociales (sería similar a potenciar el fenómeno de la personalización ya presente en el universo de los videojuegos), lo que parece bastante claro, según apuntan distintas fuentes expertas, es que la industria de la moda, tal y como se conocía hasta ahora, va a cambiar drásticamente. Y su consumo y digitalización, también.

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