ELENA CASTELLÓ
No todo son tiaras en los joyeros reales, aunque sean las más espectaculares. Muchas de ellas forman parte de una «parure» que incluye fabulosos collares, broches, brazaletes y pendientes a juego. Repasamos algunas de las piezas más bellas y originales de los «trousseaux» reales.
Los zafiros de Leuchtenberg de la familia real se Suecia
Los llamados zafiros de Leuchtenberg forman un conjunto de tiara, collar, pendientes y broche, todas piezas cuajadas de zafiros y diamantes, engarzados en el siglo XIX, y heredados por Josefina de Leuchtenberg, reina de Suecia y Noruega entre 1844 y 1859, como consorte del Rey Óscar I. Es una de los aderezos favoritos de la reina Silvia, reservado desde 1976 para su uso exclusivo. Fue un regalo de Napoleón a su hijastro, Eugenio de Beauharnais, primer duque de Leuchtenberg, por su boda con la princesa Augusta Amalia de Baviera, en 1806. Josefina de Suecia era la primogénita de Eugenio. El diseño, de estilo neoclásico, representa madreselvas y está realizada en diamantes y zafiros. La tiara es una de las más flexibles que existen, lo que facilita utilizarla de muy diversas maneras o como collar. En su origen la diadema estaba rematada por perlas, porque los zafiros son desmontables. Va a juego con gargantilla, broche, pendientes y dos horquillas para el pelo. La gargantilla tiene nueve colgantes dobles de zafiros de una gran belleza. El conjunto fue pasando de generación en generación en la familia real sueca, hasta llegar a la reina Silvia.
GtresEl collar del Nizam de Hyderabad de la familia real inglesa.
Pertenece a la colección personal de la reina Isabel II y se dice que es la pieza más cara de su joyero. Fue un regalo por su boda, en 1947. Asaf Jah VII, gobernador (o Nizam) de Hyderabad, situado en el sur de India, bajo dominio inglés todavía, era uno de los hombres más ricos del mundo y dio instrucciones a Cartier para que dejara a la princesa Isabel escoger lo que quisiera de su colección para su regalo de boda. La princesa escogió dos piezas: una tiara floral, con elementos desmontables que se podían utilizar como broches, y un collar floral a juego. Las dos piezas eran de diamantes y platino. El collar había sido elaborado por Cartier en 1935, con un diseño intrincado, con juegos geométricos de diamantes en el interior del diseño floral abstracto.
Los diamantes tienen corte esmeralda y una lágrima en el centro. Las cadenas que sujetan la parte central incluyen 38 diamantes. La pieza se había vendido en 1936 y Cartier la volvió adquirir. Justo antes de que Isabel la escogiera, existe una fotografía posando con ella de Elfrida Greville, condesa de Warwick, casada con el sexto conde de Warwick. La tiara fue desmontada y combinada de nuevo con un juego de 96 rubíes que también fueron regalo de boda. El collar sigue prácticamente intacto, solo un poco acortado. El el collar fue usado por la Reina en distintos retratos oficiales. Kate Middleton lo lució por primera vez en 2014, en un evento en la National Gallery, y volvió a usarlo en una comida con el cuerpo diplomático británico en 2019.
GettyEl aderezo Mellerio de la familia real de los Países Bajos.
Es de rubíes y está compuesto por una espectacular tiara, un collar, unos pendientes y un broche. Es una creación del joyero francés Mellerio, creador de joyas para la realeza desde su fundación en el siglo XVII. Este aderezo fue una creación para la reina Emma en 1889, regalo su esposo, del rey Guillermo III de los Países Bajos. Lo han llevado, al menos, cuatro reinas, desde Emma. La tiara fue escogida por Máxima para su primer retrato oficial como reina en 2013. Es la más grande de las tres con rubíes que existen en el joyero real holandés. Maison Mellerio fue fundada en 1613 y dio nombre a un tipo de talla, la talla Mellerio, una piedra ovalada con 57 facetas. La diadema de Máxima está diseñada con tres puntas, cada una con un rubí, bajo los cuales se encuentran otros tres más grandes. Las seis piedras están unidas por varias filas de diamantes.
El 18 de diciembre de 1888, los talleres Mellerio, en la Rue de la Paix, de París, recibieron una factura de 160 000 florines, una fortuna en la época. Era el precio del encargo del rey Guillermo III. El conjunto comprendía además de la diadema, un esplendido collar con varias filas de diamantes y un broche lateral de rubíes, unos pendientes y un abanico. En total unas mil piedras, entre rubíes y diamantes. Mellerio confeccionó un modelo en plata para probárselo a la reina, antes de empezar con las piezas. Cuando murió Guillermo III, la reina Emma decidió, en signo de respeto, sustituir los rubíes por diamantes. A partir de entonces, se llamó «el aderezo blanco».
GtresEl collar de chatones de la reina Victoria Eugenia de la familia real española.
Es una de las «joyas de pasar» que más admiración despierta, a parte de las tiaras, por el tamaño y el brillo de sus diamantes. En su origen fue una gargantilla de estilo «rivière», muy de moda en el siglo XIX, realizada por la Joyería Ansorena, de Madrid con 30 diamantes de 90 quilates cada uno, montados «a la rusa» o en chatones, de ahí su nombre: van engastados en una pieza de platino, y sujetos con unas diminutas «garras», lo que hace que el engaste parezca invisible, dejando al descubierto todo el brillo y la belleza del diamante. Fue un regalo del rey Alfonso XIII a su prometida, la princesa Victoria Eugenia de Battenberg, en 1906, por su boda. El collar fue aumentado de tamaño con los dos diamantes que el rey fue regalando a su esposa con motivo de aniversarios, nacimientos o cumpleaños. El collar llegó hasta la cintura y se podía lucir también en dos vueltas. Con el tiempo, se confeccionaron dos pendientes en forma de chatones a juego. Con los años, la reina Victoria Eugenia dividió el collar e incluyó el más largo en el lote de las «joyas de pasar». El collar de chatones más pequeño, con 27 piedras, fue a parar a su hijo menor, el infante don Jaime. Este collar fue subastado en 1977 por la viuda de don Jaime, Charlotte Tiedemann, y regalado por su comprador a la Casa Real. Parece que existe un tercer collar de chatones que el Rey Alfonso XIII regaló a su nuera, Doña María de las Mercedes, Condesa de Barcelona, con motivo de su boda con Don Juan de Borbón.
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