Kristen Stewart nos habla sobre meterse en la piel de Diana: “Es muy inusual que tu propia película te conmueva… pero me quedé destrozada al terminar de verla"

En enero de este año Kristen Stewart estaba totalmente caracterizada con el pelo y el maquillaje de la princesa Diana cuando los paparazzi irrumpieron en el castillo alemán en el que se encontraba rodando Spencer junto al equipo del rodaje.

Stewart, que lleva 22 años actuando y 13 siendo una estrella de cine, está acostumbrada a tener una camarilla de fotógrafos siguiendo todos y cada uno de sus movimientos y era consciente de que interpretar a un icono así de querido no haría más que avivar su interés.

“Si tienes en cuenta el hecho de que soy una actriz famosa y lo mezclas con el símbolo descomunal que es Diana, piensas ‘tío, lo van a flipar con esto’”, me cuenta Stewart en una conversación a través de Zoom. “Y eso fue lo que sucedió”.

Pero aquel instante tuvo algo de inquietantemente meta, más allá de tratarse de una actriz asediada por la prensa interpretando a una princesa asediada por la prensa. Los fotógrafos en cuestión utilizaron objetivos de largo alcance para captar imágenes granuladas de Stewart caracterizada como Diana a través de una ventana del castillo de Friedrichshof. La propia película Spencer—un suntuoso drama psicológico visto desde la perspectiva de Diana y cuya acción se sitúa en unas navidades en Sandringham— incluye una escena en la que los fotógrafos (que también sacan fotos a través de las ventanas sirviéndose de sus objetivos de largo alcance) se convierten en un problema hasta el punto de que el personal de Isabel II tuvo que coser las cortinas de la habitación de Diana.

En Spencer, la película dirigida por Pablo Larraín (Jackie) con guion del guionista nominado al Oscar Steven Knight (Negocios ocultos), las cortinas cosidas se perciben desde el horror, como otra medida extrema más por parte de la familia real y su personal con el objetivo de aislar a Diana. Pero una vez en el plató de Spencer, la idea de coser las cortinas quizás no pareció tan terrible.

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Stewart procede de una familia muy relacionada con el mundo del cine (su madre supervisa guiones, su padre es director de escena y su hermano operador de maquinaria) y para ella los platós son algo íntimo y sagrado. “No me importa salir de casa que me sigan a un Starbucks y me vean tomando un café. Todo bien. Sácame una foto. He hecho una peli y quiero que la veas”, explica Stewart. “Pero en nuestro arte, a la hora de hacer una película y estando a puerta cerrada… ni siquiera se trataba de mí”.

Aquel día, estando caracterizada (y presumiblemente sin materiales con los que ponerse a coser las cortinas), la actriz pudo canalizar la energía de su personaje.

“Lo despersonalicé por completo y sentí muchas ganas de proteger [a Diana] en aquel momento. Yo estaba en plan ‘Idos a la mierda’”, recuerda Stewart. “Desarrollé un rol genuinamente protector hacia una persona que obviamente nunca llegué a conocer”.