Las dudas sobre el tesoro del Oxus

Compuesto por unas ciento ochenta piezas de oro y plata, el tesoro del Oxus es el conjunto de orfebrería más importante que se conserva del período aqueménida (550-330 a. C.). Se le llama así por el lugar donde se cree que se encontró, en la orilla del río Oxus (hoy Amu Daria), situado en la antigua región de Bactriana, actual Tayikistán.

Este territorio del Asia Central, por donde pasaba la ruta comercial que comunicaba el Mediterráneo con la India y Extremo Oriente, fue incorporado al Imperio por su fundador, el rey Ciro II el Grande, probablemente durante la campaña militar que llevó a cabo entre 545 y 540 a. C. A partir de ese momento, como aparece mencionado en la inscripción de Behistún, la región de Bactriana se convirtió en una satrapía, o provincia, más del Imperio.

Viaje accidentado

La mayor parte del tesoro del Oxus se encuentra en el Museo Británico, salvo algunas piezas que se custodian en el Museo Victoria and Albert de Londres. El relato de cómo llegó hasta Inglaterra se lo debemos a O. M. Dalton, conservador del Museo Británico que en 1905 publicó la monografía The Treasure of the Oxus.

En ella Dalton cuenta que el tesoro lo encontraron unos lugareños en la orilla norte del río entre 1876 y 1880. Ese último año pasaron por la región tres comerciantes provenientes del emirato de Bujará, en el actual Uzbekistán. Al enterarse de la existencia del tesoro, lo compraron y continuaron su camino hacia la India británica.

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Los comerciantes siguieron hasta la ciudad de Rawalpindi, un importante centro comercial situado en el actual Pakistán. Allí vendieron el resto del tesoro en distintos bazares. Tiempo después, entre 1881 y 1883, las piezas fueron compradas y recopiladas por dos arqueólogos británicos: Alexander Cunningham, director del Servicio Arqueológico de la India, y Augustus Wollaston Franks, conservador del Museo Británico. Este último compró su parte al primero y, a su muerte en 1897, donó todo el tesoro a la institución en la que trabajó.

Su origen incierto

¿De dónde proviene el tesoro del Oxus? Al no haberse hallado en una excavación arqueológica, la respuesta es complicada. Existen principalmente dos teorías. La primera y más antigua lo relaciona con el yacimiento de Takht-i Kuwad, en la orilla septentrional del Oxus, una zona poblada desde antiguo. El río se ha llevado ya una cuarta parte del yacimiento, por lo que se cree que pudo haber arrastrado también las piezas del tesoro hasta donde las encontraron los habitantes de la zona.

Las dudas sobre el tesoro del Oxus

Una segunda teoría lo conecta con un yacimiento más reciente, el de Takht-i Sangin. Situado a pocos kilómetros del anterior, fue excavado por arqueólogos soviéticos entre 1976 y 1991. Allí se encontró una ciudadela fortificada de finales de la época aqueménida, y en su interior, un templo, o ayadana. Dentro del santuario se hallaron más de cinco mil objetos, posiblemente ofrendas, datados entre los siglos VI a. C. y III d. C.

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La voz más crítica al respecto es la de Oscar White Muscarella, del MET, el Museo Metropolitano de Arte de Nueva York. Este veterano arqueólogo criticó en un artículo en The Times en 2003 lo que llamó “arqueología de bazar”, y cuestionó tanto la narración del descubrimiento del tesoro (tachándola de fantasías de comerciantes) como su carácter unitario y su completa autenticidad.

Muscarella dudaba, sobre todo, de las placas votivas, que consideraba sospechosas, dado su tosco acabado y la dificultad para ponerlas en relación con otros hallazgos del período aqueménida. El Museo Británico se defendió aportando pruebas científicas y análisis históricos y aludiendo a la aparición de nuevos paralelismos que refuerzan su autenticidad.

Las partes del tesoro

Además de las joyas, piezas de vajilla, miniaturas, estatuillas y placas votivas, también se han conservado los restos de una vaina de oro para akinakes (espada persa) decorada en relieve con escenas de caza de leones. Algunos autores incluyen también como parte del tesoro una serie de monedas (de doscientas a mil quinientas, según las fuentes) pertenecientes a diversas épocas. Sin embargo, esta conexión no está clara.

Entre las muchas joyas que se han conservado se encuentran pendientes, anillos, pulseras, torques, brazaletes y atavíos como placas o medallones. De entre todas ellas destacan dos: los mencionados brazaletes de oro que se pueden ver en el Museo Victoria and Albert. Son dos joyas de una gran perfección técnica compuestas por varias partes que se trabajaron por separado y luego se soldaron. Lo más característico son sus remates en forma de león grifo y la presencia de varios alvéolos que se utilizaban para incrustar esmaltes y piedras preciosas. Este tipo de brazaletes eran uno de los regalos más apreciados por las élites persas.

En cuanto a la vajilla, la componen varios vasos de oro y plata (lisos o con el interior repujado); una magnífica jarra de oro, de cuerpo acanalado y asa terminada en cabeza de león; y un pez hueco de oro con un orificio en la boca, que podría haber servido como recipiente para guardar aceite o, dado que tiene un gancho sobre la aleta izquierda, como parte de un colgante. Se sabe por los textos griegos que los reyes y aristócratas persas empleaban habitualmente este tipo de vajilla de lujo en la mesa. De hecho, solo servían en platos de cerámica cuando querían ofender a un comensal.

Respecto a las miniaturas, se conservan dos piezas de oro que están entre las más célebres del tesoro del Oxus. Representan dos carros ligeros tirados por caballos. La más completa mide 18,8 cm de largo y está compuesta por un carro con ruedas de gran tamaño tirado por cuatro caballos medos o “neseos” (criados en la llanura Nesea y famosos por su resistencia y velocidad). La cabina está decorada en su parte frontal con una cabeza de Bes (deidad egipcia incorporada por los persas como protectora de los jóvenes), y en su interior alberga a dos figuras humanas vestidas al estilo medo (con túnica y capucha).

Los carros como el representado en el tesoro del Oxus se utilizaban usualmente como transporte o para la guerra

Este tipo de carro ligero, muy similar a los que se pueden ver en los relieves de Persépolis, era un vehículo de muy alta categoría social. Se utilizaba usualmente como transporte y, en menor medida, para la guerra. La función de estas miniaturas no se conoce, pero el hecho de que aparezca la cabeza de Bes ha alimentado la teoría de que fueran elaboradas como exvotos para un niño.

Las estatuillas se utilizaban como ofrendas votivas para depositar en los templos. Esta práctica, muy común en el mundo antiguo, servía para dar las gracias a una deidad (exvotos), ganarse su favor o como señal de respeto. Las hay de diferente tamaño (de 5 a 29 cm) y distinta fisonomía (barbadas y vestidas al estilo persa o imberbes y desnudas a la manera griega), todas ellas elaboradas en oro y plata.

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¿Son estas piezas todas las que completan el tesoro del Oxus? Según Igor Pichikyan, arqueólogo del yacimiento de Takht-i Sangin, no. Faltan algunas, las que componen el que se ha dado en llamar “segundo tesoro del Oxus”. Un conjunto de objetos, la mayoría placas y monedas de oro y plata, que supuestamente serían las que no devolvieron los ladrones cuando fueron detenidos.

Este “segundo tesoro” salió al mercado de antigüedades durante los años noventa y fue adquirido por el Museo Miho de Japón. En 2002 se presentó en una exposición llamada “Tesoros de la antigua Bactria”. ¿Realidad o simple maniobra publicitaria?

Este artículo se publicó en el número 576 de la revista Historia y Vida. ¿Tienes algo que aportar? Escríbenos a redaccionhyv@historiayvida.com.