Los tesoros de Chaumet, el joyero de Josefina

El hôtel particulier de Chaumet, en el número 12 de la Place Vendôme de París, es una joya en sí misma; un contenedor de secretos históricos que van de los moldes de las tiaras que la emperatriz Josefina encargaba a sus joyeros reales al piano en el que Chopin compuso su última mazurca pocos días antes de morir. Los talleres parecen irreales. Desde 2016, cuando fueron reformados, se ubican en el ala de la fachada, abocados a la columna erigida por Napoleón Bonaparte para conmemorar su victoria en Austerlitz.

Admiro su suelo troquelado, con unos cubículos de madera que retienen los diamantes más escurridizos; bajo las mesas, una especie de útero de piel recoge el polvo de oro de las manos de los orfebres, que manipulan herramientas que ya se utilizaban en el siglo XVIII. Joyeros, engastadores y pulidores se erigen en guardianes de una memoria fuertemente vinculada a la Revolución Francesa, que finiquitó los grandes broches del ancien régime, así como la joyería incrustada en la ropa.

Tras el estallido de la revolución, el comité revolucionario quiso establecer el valor del tesoro real, sobre todo de las piedras preciosas, para lo que eligió a tres expertos, uno de los cuales, Marie-Étienne Nitot, había fundado Chaumet en 1780.

Nombrado joyero imperial por Napoleón, que quería legitimar su inmenso poder pero provenía de una familia de la nobleza local corsa, juntos comienzan a utilizar símbolos que lo acercan a la realeza, como las abejas –asociadas a Clodoveo I, primer rey de los francos en unificar la nación– o el trigo y el laurel, con las que, en la antigua Roma, se condecoraba a generales y emperadores respectivamente.

Chaumet

La quintaesencia de la joyería parisina brilla realzando la belleza de sus exquisitas piedras

Jean-Marc Mansvelt, actual CEO de Chaumet, profundiza con pasión en la historia de la maison bicentenaria: un año después, en 1805, tras la coronación de Napoleón y Josefina en Italia, el hijo de Nitot, François Regnault, conoce a la pareja imperial, y cuando la emperatriz –que en esa época poseía ya un notable joyero– ve el tesoro que lleva, entusiasmada, le nombra su joyero oficial: Chaumet se convierte también en joyero oficial de la emperatriz.

Jean Marc Mansvert es el responsable de la reapertura al público del 12 Place Vêndome, donde la quintaesencia de la joyería parisina brilla realzando la belleza de sus exquisitas piedras para que nuestro ojo reciba una sobredosis de luz y belleza. Sin distinguir tamaños ni precios. Porque, como me dice en un momento de nuestra entrevista, “para mi un cliente que compra una joya de 0,5 quilates vale lo mismo que el que compra una pieza mucho más grande y valiosa, porque el valor que ambos les dan es exactamente el mismo”.

Los tesoros de Chaumet, el joyero de Josefina

Hombre de confianza del grupo LVMH, donde ha trabajado también en Louis Vuitton y L’Óreal, Mansvert asegura que “uno llega a esta Maison con mucha humildad. Se trata de una casa con 200 años de historia, en la que ha trabajado gente realmente extraordinaria, y no dudas en preguntarte: ¿estaré a la altura?”. Eso te empuja a tratar de entender la maison desde el prisma de su historia, a reflexionar cuidadosamente sobre lo que se espera de ti… Los tres primeros meses me reuní con 50 empleados para preguntarles que hacían en la maison y qué pensaban de la marca. La maison Chaumet es muy grande, y tiene una rica historia, pero percibí que había perdido un poco de su audacia. Y me puse manos a la obra.

¿De qué proyectos que ha impulsado se siente más orgulloso?

Lo más importante es que le he devuelto a la familia Chaumet y a nuestros empleados, el orgullo de formar parte de la maison. Porque Chaumet, aparte del lujo, es una casa de humanidad; no es como otros joyeros. Y yo quiero transmitir esa emoción

¿La fluidez de las piezas es una de las marcas de la casa?

El movimiento es esencial, y cuando hablamos de nuestroestilo debemos distinguir el movimiento dela vida –el trigo movido por el viento, la frescura del laurel, la laboriosidad de las abejas, etc. –, y, la simplicidad, cierto minimalismo. Esta paradoja nos define.

Bee My Love, una joya con algoritmo

El proceso es un gran orgullo para mí. Hace tres años empezamos a desarrollar la idea de Be my love sobre la base del hexágono, otro símbolo histórico de Chaumet. Sabemos cómo trabajar el oro, y tallarlo en forma de hexágono perfecto, pero cuando probamos a añadirle otras piezas y piedras preciosas, a nuestros clientes no les gustaban los resultados. Empezamos a reflexionar sobre qué es la joyería –en esencia, la combinación de metales y piedras preciosas–, y en el contexto de ese brainstorming, Pascal (Bourdariat), jefe del taller y experto en diamantes, que es muy tímido, llamó un día a mi puerta y me dijo 'creo que tengo una idea…'. Y me mostró el diamante hexagonal: 88 caras, tallado a mano pero calculado por un ordenador.

¿Cuáles son sus inspiraciones personales?

Mi principal motor es el placer. También la curiosidad. Yo voy al trabajo en metro, no tengo coche ni chófer. Me gusta descubrir la ciudad, sentirla, fijarme en las personas, ver cómo cambia la luz a lo largo del día… Y la curiosidad y el placer hay que alimentarlos, y leo mucho. Acabo de terminar una novela escrita por un autor japonés, Akira Mizubayashi, titulada L’âme brisé.

¿Qué ha cambiado en el mundo del lujo hoy?

Han cambiado mucho las cosas… pero creo que, paradójicamente, en este mundo que se transforma día tras día en aún mas virtual, la gente busca lo real, lo tangible, como el contacto físico. También está cambiando nuestra relación con el tiempo: la gente busca cosas que duren. La belleza instantánea ya no es atractiva. Y ya no tenemos ganas de acumular cosas sin sentido. Hoy la gente espera para poder permitirse un objeto de más entidad y valor, un objeto que va a durar y que, por tanto, tiene mayor significado.

Está cambiando nuestra relación con el tiempo: la gente busca cosas que duren”

La joyería es hoy uno de los negocios más sostenibles…

Sí, estoy de acuerdo. Pero, para empezar, uno tiene que asegurarse de que las piedras provienen de minas legales, con certificados, etc. Pero, sí, la joyería no es la moda. Una joya la usas toda una vida… y la heredan tus hijos.

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