Paula Espuny: el enlace entre El Niño, Palmeras en la nieve, Exodus, Rosalía… y Osuna

Publicamos hoy la conversación que hemos mantenido con Paula Espuny, ursaonesa que ha estado involucrada en algunas de esas producciones que nos han tenido pegados al televisor en los últimos años.Paula Espuny: el enlace entre El Niño, Palmeras en la nieve, Exodus, Rosalía… y Osuna

El diseño, normalmente infravalorado, aporta todo un contexto que refuerza o debilita lo que nos transmite aquello que capta nuestra atención. Los escenarios, las vestimentas y todo ese cúmulo de detalles que engloba una simple escena -además de otros aspectos como la música- son los encargados de dotar de credibilidad y transportar al espectador cuando acude al cine o ve su serie favorita, y justo de eso es de lo que se encarga Paula. Un proceso creativo que pasa más desapercibido que la labor de quien actúa, pero que atesora el mismo valor.

Pregunta: Estudiaste en Sevilla y Madrid, pero también en Cuba, e incluso un breve periodo en Budapest. Menuda experiencia.

Respuesta: Empecé mis estudios superiores en la Complutense de Madrid, que me pareció muy impersonal y teórica tratándose de algo tan dinámico como Publicidad y Relaciones Públicas. Cambié en el tercer año a la facultad de Comunicación de Sevilla, ya que sólo llevaba abierta 8 años y había oído que contaba con un número de alumnos mucho menor y mejores medios. El último año recibí la beca Erasmus en Rumanía y pude hacer un intercambio artístico con estudiantes de la Universidad de Budapest, que fue algo que disfruté muchísimo. Después de algunos años trabajando, continué mi formación cinematográfica en Cuba. En San Antonio de los Baños tienen una de las mejores escuelas de cine del mundo. El nivel del profesorado es muy alto, los estudiantes son hispanohablantes en su mayoría y están acostumbrados a tener que apañárselas sin grandes medios, es gente realmente enamorada del cine y consiguen contagiarte.

P: Tenías tu objetivo claro, ¿verdad? Tus estudios fueron enfocándose en el diseño y la dirección artística de cine.

R: Lo que tuve claro desde el primer día de clase en la universidad es que la publicidad no era para mí. Dedicar 5 años de mi vida en estudiar cómo vender al consumidor productos que no necesitan me generaba mucha controversia, aún hoy me sigue pasando cada vez que acepto un proyecto publicitario por muy interesante que sea la escenografía. Gracias a ese desenamoramiento mi carrera acabó siendo multidisciplinar, acudía de oyente a muchas otras licenciaturas: arquitectura, historia del arte, literatura, bellas artes… Una miscelánea que me ha aportado mucha amplitud de visión a la hora de generar espacios. Antes de Cuba, nunca había asistido a ningún curso oficial de cine, más allá de seminarios durante festivales o masterclasses de autores que me interesaban.

P: ¿De donde viene esa faceta artística? ¿Eras aficionada al cine de pequeña o el cine es simplemente la forma de canalizar tu gusto por el diseño?

R: La faceta artística la he desarrollado gracias al apoyo incondicional de unos padres que entienden que la pasión debe ser la guía en el camino de cada uno. Con respecto al cine, cada noche desde que tengo memoria, mi madre elegía una película para ver después de cenar y se dormía mientras nosotros nos quedábamos fascinados con la ventana al mundo que suponía esa televisión. Fue importante ver todo tipo de cine, no sólo el comercial. La espontaneidad de la Nouvelle Vague francesa, la humanidad y autenticidad del neorrealismo italiano, la expresión de los sentimientos como método de protesta del expresionismo alemán y sus intrincadas escenografías, sombras y luces, el universo infinito que pone sobre la mesa el cine japonés tan diferente a nuestra cultura en tantos aspectos, incluso el cine mudo… Todo aquello era para nosotros una gran fuente de influencias, una profunda reflexión sobre lo que sucedía más allá del horizonte de un pueblo tan pequeño como Osuna. Creo que de ahí nace mi interés por generar espacios que sumen y acompañen al guión de la forma más realista posible. Por otro lado, me siento muy atraída por muchas otras disciplinas artísticas a las que me gustaría dedicarles más tiempo y que desarrollo a la par que los proyectos cinematográficos.

P: ¿En qué consiste tu trabajo actualmente? Has participado en departamentos de arte y en la dirección artística de grandes producciones.

Paula Espuny: el enlace entre El Niño, Palmeras en la nieve, Exodus, Rosalía… y Osuna

R: Mi trabajo consiste en ayudar al director/a a materializar los espacios donde se ha imaginado que transcurre el guión. A veces buscamos localizaciones existentes que hay que transformar y adecuar a la historia y otras veces hay que crearlos desde 0. Después de diseñar y construir el espacio que es como un esqueleto, hay que sumarle la vida que suponen desde los acabados de pintura hasta el mobiliario y los objetos más pequeños pensados para cada personaje según su personalidad marcada por el guión. Es muy interesante ponerte en la piel de cada uno de ellos, disfruto pensado qué tipo de libros tiene cada uno en su mesilla de noche, de qué pintores tendrían una obra en su casa, qué tipo de música les gusta escuchar y hasta lo que hay dentro de sus neveras. Es un nivel de detalle que puede parecer inapreciable cuando te sientas a ver una película pero cuando los personajes se mueven en espacios creados con lógica, cuidado y cariño donde todo tiene una razón de ser y un por qué, eso la enriquece enormemente y se nota. Cada proyecto es literalmente un mundo.

P: Hablando de cine, ¿algún referente de tu sector que te inspire a la hora de desarrollar tu trabajo?

R: Es interminable la lista de directores de arte, diseñadores, decoradores, fotógrafos, arquitectos, escultores, pintores, ilustradores y constructores que no he llegado a conocer en persona pero que he seguido de cerca, estudiado, analizado y que me han inspirado para desarrollar mi trabajo. Algunos ejemplos podrían ser Eugenio Caballero, Es Devlin, Gary Card, Tim Yip, Lota de Macedo Soares, Peter Doig, Cedric Gibbons, Brigitte Broch, William Eggleston, Alexandra Ekster, Ken Adam… Y muchos otros, más los que voy conociendo cada día.Por otro lado, están los que sí he tenido la suerte de conocer, como Serafín González y Sara Natividad a quienes me crucé en El Niño y ambos han sido mis mentores desde el principio. Me han guiado, aconsejado, animado a volar del nido sin perderme nunca la pista (no es tarea fácil eso) y enseñado muchas de las herramientas que seguiré utilizando siempre.

Otro de mis referentes es Jesús Moreno, ursaonense como yo, con quien además de origen, comparto inquietudes, a veces casa, pasión por la profesión y un recorrido vital similar y lleno de luz. Estamos constantemente aprendiendo el uno del otro, acompañándonos en el camino, animándonos a llegar un poco más allá. Quizá me habría dado por vencida mucho antes sin alguien como él cerca.

P: Desde fuera parece un sector laboral de difícil acceso, ¿cómo ha sido tu experiencia?

R: En mi caso, como en el de mucha otra gente, fue pura casualidad. A través de unos amigos de mis padres que vinieron a Osuna buscando un ritmo de vida más tranquilo, supe que era una profesión de la que se podía vivir y lo intenté por ahí, ellos me echaron el cable necesario para empezar y les estaré siempre agradecida. Me presentaron como una meritoria con muchas ganas, que es algo que siempre viene bien y de ahí vino la propuesta de formar parte de El Niño, donde conocí al equipo artístico con el que luego haría muchos otros proyectos. Fui a probar suerte, a hacerlo lo mejor posible fuera cual fuera la tarea: empecé pintando las merluzas de porex que salen en el camión de pescado del final de la película, ordenando y catalogando el atrezzo que traían al almacén, limpiando los pinceles de los pintores, moviendo de un sitio a otro el vehículo de escena y echando una mano en todo lo que surgiera. Iba a quedarme sólo en la parte de Algeciras y acabé yendo a Almería y a Gran Canaria casi hasta el final de la película. Dormía en albergues de habitaciones compartidas, me pagaba las dietas, sentía que merecía la pena seguir rodeada de aquellos profesionales e intenté alargarlo el máximo tiempo posible. De aquella vitalidad y afán de aprender surgirían otras oportunidades y agilizaría el descubrimiento de nuevos caminos que me han traído hasta donde estoy hoy.

P: El Niño, Palmeras en la nieve, Todos lo saben, Yucatán, etc. y también otras de más envergadura como Game of Thrones y Exodus: Gods and Kings. Además de De aquí no sales, trabajo de Rosalía. Hay nombres que intimidan en esa lista, cuéntanos cómo es trabajar en esos proyectos.

R: Para mí requieren la misma dosis de pasión los proyectos de gran envergadura como en los más pequeños y humildes. Cuantos más medios hay, más fraccionados están los departamentos, se pierde perspectiva, formas parte de una cadena de trabajo más larga, hay más gente especializada para cada tarea, es difícil ser partícipe de todo lo que ocurre, te ves obligado a delegar. Mientras que en proyectos “modestos” (al lado de producciones como Exodus o GOT, es difícil no serlo) de alguna manera estás presente en cada paso, vives el proceso de principio a fin, inevitablemente estás más involucrado, el equipo tiene a arroparse más entre sí y eso también es muy satisfactorio.

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P: ¿De cuál de ellos te llevas mejor recuerdo?

R: A cada uno de ellos les tengo aprecio por algún motivo. Todos me han enseñado, me han sumado y han construido la persona y profesional que soy hoy. Pero la magia de Exodus quizá sobresalga, por lo imponente que era la magnitud del proyecto sumado al momento vital en el que me encontraba, de pura explosión de juventud mezclada con un poco de ingenuidad y entusiasmo desmesurado. Desde unas caracolas metálicas en Sierra Alhamilla, en mitad del desierto de Almería en las que yo me dedicaba a fotocopiar planos y una vez más aprender de todo y todos los que pasaban por allí, diseñamos poco a poco el trazado de una ciudad egipcia de cuyo proceso de construcción fui testigo directo y eso me llenaba de emoción. Semana a semana iba viendo cómo se marcaba el terreno, se clavaban las estacas, se iban delimitando las calles, plantando los árboles y poquito a poco levantando los distintos espacios donde transcurriría la película: un palacio real espectacular con todo lujo de detalles y murales pintados a mano, diferentes edificaciones de viviendas a lo largo de una avenida junto una plaza con diferentes comercios egipcios, un templo de planta colosal pero sólo construido hasta una cierta altura para luego acabarlo en posproducción, un guetto con varios callejones de chamizos hechos con barro y paja a las afueras de una muralla monumental… Todo ello a escala real y con la correspondiente ambientación por parte del departamento de decoración, que fue un auténtico espectáculo.

P: ¿En qué proyecto trabajas actualmente?

R: La semana pasada terminó el rodaje de “Las Consecuencias”, la última película de Claudia Pinto. Ha sido un proyecto muy duro entre Valencia, La Gomera y La Palma, con un equipo maravilloso del que también he aprendido mucho. La localización principal donde construimos la casa de uno de los protagonistas tenía un acceso muy complicado, cuando el mar nos dificultaba el desembarco, teníamos que acceder con el material a cuestas a pie por un largo camino sin asfaltar y eso nos ha desgastado mucho físicamente. Pero estoy muy contenta con el resultado, muy agradecida al equipo y a la gente local que nos ha ayudado tanto, estoy deseando ver el montaje y los frutos de tanto esfuerzo por parte de todos. Ahora a recargar pilas con la familia antes de la próxima batalla.

P: Cuéntanos una anécdota de tu trabajo.

R: De pura casualidad, coincidió que fui a ver a mi familia a Osuna con la preparación del rodaje de GOT en el polideportivo. Yo venía muy cansada de otro proyecto anterior y no tenía intención de intervenir pero sin querer, acabé haciendo una entrevista y entrando a trabajar al día siguiente. Era mi primera vez en el departamento de vestuario y andaba un poco perdida pero me divertía enormemente. Aquello era un desfile de caras conocidas, antiguos compañeros de clase, profesores, viejos amigos, hasta mi hermano Borja andaba por allí. Una de esas mañanas, aparece un señor como el que puedes encontrarte a cualquier hora por las calles de Osuna, recién llegado del campo con las botas embarradas, pantalones de caza, la cara y las manos sucias de haber trabajado duro y como por arte de magia en pocos minutos lo transformamos en el noble de Meereen más verosímil y sofisticado que te puedas imaginar. Le colocamos una túnica de seda espectacular con un pañuelo perfectamente cruzado y anudado alrededor de su abdomen, un abrigo exquisitamente bordado muy pesado (que debió darle un calor al pobre…), unos anillos y unas joyas en la cabeza y no sé muy bien por qué pero me emocionó ese momento. Fue como haber traído la magia del cine a lo más profundo de mis propias raíces, como si esos dos mundos tan lejanos en ese instante se convirtiesen en uno, algo muy especial estando tan lejos de casa habitualmente. Espero poder rodar muchas más cosas lo más cerca posible de Osuna y de los míos.

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